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¿Y después del petróleo qué?

La agencia Fitch ha publicado un estudio llamado "Batteries Update: Oil Demand Could Reach by 2030" que pronostica que la demanda de petróleo tocará techo en 2030. En cambio, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que esta situación se dé el 2040. Lo que está claro es que cada vez hay más conciencia social sobre los efectos contaminantes de la combustión del petróleo y esto ha contribuido al desarrollo de sistemas de movilidad y transporte alternativos más sostenibles. Esta tendencia se extiende entre los vehículos particulares pero, ¿cuál es la situación en el caso del transporte de mercancías?

Desde las administraciones se está grabando con más impuestos aquellos vehículos que más contaminan y el transporte de mercancías no es una excepción. Asimismo, se impulsan normativas que limitan las emisiones de gases contaminantes de los motores. Todo ello, plantea el reto de buscar un combustible limpio que pueda sustituir el diésel en el transporte de mercancías.

Hay diferentes candidatos para sustituir el diésel. Destacan el gas natural, el gas licuado, el hidrógeno, los biocombustibles y la electricidad. Cada uno de estos posibles sustitutos del diésel tiene unas propiedades diferentes en cuanto a emisión de gases contaminantes a la atmósfera. El proceso de obtención de estos combustibles también es muy diverso lo que hace que varíe el costo de obtenerlos. Por lo tanto, el escenario que se dibuja deja muchos frentes abiertos: el gas natural, que emite un 15% menos de dióxido de carbono que el diésel, ¿es la solución? ¿O quizás es mejor apostar por los biocombustibles? ¿Existe flota de vehículos de transporte de mercancías preparada para funcionar con hidrógeno o electricidad? Si existe, ¿se puede acceder a precios asequibles?